Thursday, December 22, 2005

FERIA INTERNACIONAL: ¿POR QUÉ NO TENEMOS UNA?


Asisto a la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, México, invitado a un Congreso académico organizado por la universidad local. La Feria es impresionante por la cantidad de libros que tiene, pero también por el número de mesas redondas y eventos artísticos que se desarrollan simultáneamente y por la asistencia de jóvenes y público en general.

Para un peruano, sorprende que la cultura pueda ser buen negocio. Acostumbrados a tener una industria editorial raquítica, es increíble ver la cantidad de editoriales que han invertido no poco dinero en este evento. Esto evidencia cómo una alianza del estado con empresas privadas puede redundar en resultados positivos para ambos, con avance cultural de la población y utilidades para los inversionistas.

La Feria misma es un gran negocio. El taxista que me lleva a la feria me cuenta lo bueno que es este evento para la economía local, con hoteles llenos y miles de visitantes gastando su dinero por la ciudad. Según me cuenta, la Expo Guadalajara aloja 4 o 5 ferias grandes al año, y en esas semanas le va muy bien económicamente.

¿Porqué los peruanos no podemos tener algo así? La Feria Internacional del Pacífico desapareció sin que este gobierno hiciera nada para darle apoyo, a pesar de sus potencialidades. Lima puede perfectamente tener una Expo (centro de exposiciones) con varias ferias especializadas al año, que atraigan visitantes internacionales, reforzando el turismo y las conexiones de nuestros empresarios con posibilidades de negocios en otras partes del mundo. ¿Qué tal una feria internacional de la artesanía, una feria internacional de la agroindustria, una feria internacional de las confecciones y la moda, una feria internacional de la medicina naturista y las hierbas medicinales? La integración del Perú con el mundo tiene que hacerse con imaginación, utilizando diversas estrategias y buscando lo mejor para el país. Atraer el mundo al Perú, organizando hacer ferias internacionales en base a nuestras ventajas comparativas, es una buena política. Si no lo creen, pregúntenle a los taxistas en Guadalajara.

LA MARCHA DE LOS TONTOS


Este es el título de un excelente libro de la historiadora norteamericana Bárbara Tuchman, que relata como en algunos momentos de la historia, grupos dirigentes han aplicado de manera persistente políticas que terminan llevando a sus países o instituciones al desastre. Lo hacen a pesar de la presencia de voces que advierten hacia dónde se dirigen; el caso de los Estados Unidos en la guerra de Vietnam es realmente aleccionador.

Un argumento similar desarrolla Jared Diamond en su último libro, titulado “Colapso”. Diamond presenta casos más dramáticos, como el de los pobladores de la isla de Pascua, que hacia el siglo XVI talan el último árbol y se quedan sin poder hacer más canoas para poder pescar. Para el presente, nuestro compatriota Oswaldo de Rivero ha planteado la tesis de los “Estados fallidos” que dejan de cumplir sus funciones básicas, instalándose el caos. Bolivia y Ecuador, entre los países cercanos, son fuertes candidatos a tener estados fallidos, habiendo tenido cerca de 7 presidentes en los últimos siete años.

¿Vamos por ese camino? En el momento actual, los síntomas agudos de un colapso social no están presentes, como lo estuvieron entre 1988 y 1992 con la hiperinflación y Sendero Luminoso. Pero el descontento social es enorme: 82% de los peruanos cree que el gobierno es dirigido en función de los intereses de sectores poderosos y no de la nación (Fuente: Latinobarómetro). La desconexión de la clase política del sentir nacional, la dominación de los grandes grupos empresariales nacionales y extranjeros en la búsqueda de superganancias de corto plazo y la presencia de una ideología extrema que propone el “Estado mínimo” - salvo cuando se trata de rescatar banqueros – auguran malos presagios. En esencia, carecemos de Proyecto Nacional.

En los últimos años solo hemos tenido estos síntomas subyacentes de un posible colapso, y no un gran desorden político y social, debido a dos fuerzas. La primera, la destrucción de la organización social y los partidos políticos anti-sistema la década pasada. La segunda, una bonanza económica producto de un contexto internacional excepcionalmente bueno – cuyo fin se empieza a acercar - y una política monetaria, a cuyos conductores atacan esas visiones ideologizadas y torpes que dominan hoy el país.

Aunque no sean obvios, los síntomas están ahí, a la vista del ojo avizor. Dos hechos los han resaltado en las semanas pasadas. El primero, el inicio de una campaña electoral sin que los principales candidatos estén presentando alternativas orientadas a resolver los problemas de pobreza y desigualdad. El segundo, el cierre de negociaciones del TLC de manera apresurada sin defender el interés nacional ni medidas internas para adecuarnos a él, lo que agravará las condiciones de pobreza campesina y las dificultades de las mayorías para cuidar su salud. Las utilidades de unos pocos grandes exportadores e importadores han sido privilegiadas..

También hay fuerzas de esperanza. La discusión de ideas está viva. El repliegue de la acción colectiva de los sectores populares de la década pasada, poco a poco empieza a revertirse. La construcción de una alternativa económica, social y política que logre fusionar ideas críticas y alternativas con los nuevos emprendedores y con una organización social adecuadamente encauzada, es la tarea pendiente. Ojalá estemos a tiempo.

POLITICAS ECONOMICAS SANAS


Los avances o retrocesos en materia de salud suelen ser adjudicados a las políticas de salud, pero el manejo económico es también fundamental si queremos reducir la enfermedad y la muerte evitables. Ahora que empieza la campaña electoral, bien harían partidos y candidatos en presentar planes de gobierno en salud que consideren no solamente lo que debe hacer el Ministerio de Salud, sino también lo que debe hacer el Ministerio de Economía y Finanzas.

El primer objetivo que deben tener las políticas económicas para promover la salud es la reducción de la pobreza. Esta hace que las familias tengan mala alimentación, habiten viviendas que no otorgan la protección necesaria y tengan que asumir trabajos riesgosos o insalubres. El hecho de que la política económica neoliberal mantenga desde hace más de 15 años a más de la mitad de la población siga en situación de pobreza, es sin duda una de las grandes causas de los severos problemas de salud que tenemos los peruanos.

Por otro lado, que los peruanos tengan agua potable y desagüe es fundamental para evitar enfermedades infecto-contagiosas, mientras los caminos rurales son necesarios para que las familias pueden llevar a quienes necesitan atención urgente al centro de salud u hospital. El presupuesto público destinado a estos fines es una cuestión fundamental para que la salud avance, y eso depende del MEF.

También está, por supuesto, del presupuesto para el sector salud. Los hospitales se ven obligados a cobrar a las familias pobres porque no tienen dinero para pagar su mantenimiento esencial. Esa escasez absoluta de presupuesto también lleva a una baja calidad de los servicios de salud, a veces con consecuencias muy graves. Formas más eficientes de gestionar los servicios como los CLAS no pueden avanzar por falta de dinero. Es verdad que no se debe seguir gastando dinero público de manera ineficiente, pero tampoco tendremos una reforma del sector salud que resuelva sus problemas de inequidad e ineficiencia sin más recursos presupuestales. Antes que promesas generales sobre la salud, los candidatos deben decir claramente cómo aumentarán el presupuesto para el sector salud, detallando de donde sacarán los fondos necesarios: ¿más impuestos sobre los ricos, reducción en el pago de la deuda externa u otras fórmulas?

La regulación de la actividad empresarial para evitar la contaminación y sus efectos dañinos para la salud humana, así como reducir accidentes, es otra política importante. Tenemos situaciones graves como la generada en La Oroya, donde Doe Run incumple compromisos ambientales firmados y continúa contaminando con plomo, el que ingresa al torrente sanguíneo de los niños afectando su desarrollo mental, lo que no puede seguirse permitiendo.

Finalmente, está el tema de la regulación de los mercados, en particular del de medicamentos. Gracias a la desregulación neoliberal hoy tenemos las medicinas más caras de la región, y hay la amenaza de un TLC que los encarezca aún más. El gobierno actual se ha preocupado muy poco por este tema y debemos escuchar propuestas de los candidatos al respecto.

Se suele decir que una política económica “sana” es aquella que permite que la economía esté en buen estado, evitando inflaciones altas y desequilibrios severos. Es el momento de considerar que la política económica también debe promover la salud de las personas, y no solamente de la economía.

AL COLEGIO EN BICI

Muchos niños de zonas rurales no van al colegio, sobretodo a la secundaria. La principal razón para ello es que en muchos casos el colegio queda demasiado lejos. Pero la solución no es abrir una secundaria en cada pueblo o distrito del Perú, porque en aquellas localidades donde la población es muy pequeña, habría muy pocos alumnos, y además en la secundaria se necesitan profesores de las distintas especialidades. Resultaría demasiado caro tener 6 u 8 profesores para apenas una treintena de alumnos.

Una opción para las familias es que todos los días los adolescentes vayan y regresen del colegio en algún medio de transporte. Pero esto tiene dos problemas. El primero, es el costo del pasaje: un sol de ida y otro de vuelta (si no es más), por 20 días al mes, ya son 40 soles, y el 70% de los hogares rurales disponen de menos de 100 soles mensuales por persona. El segundo es que en muchos distritos rurales no hay "combis" que pasen seguido, por lo que los chicos no pueden llegar a la hora.

En México, hay ahora una iniciativa para donar bicicletas a adolescentes en esta situación. La bicicleta se puede usar a toda hora y su mantenimiento es muy barato. Diez o más kilómetros no son demasiado lejos para ir en bicicleta. Para lugares donde hay caminos decentes, es una buena opción.

Por cierto, la bicicleta no es una alternativa que funcione en todos los lugares. Hay sitios donde no hay caminos adecuados; en la selva, casi no hay senderos por los que una bicicleta pueda pasar la mayor parte del año. La bicicleta debería ser una de varias formas mediante los cuales hacer que todos los niños y adolescentes peruanos puedan acceder a la secundaria. Otras opciones son educación a distancia, internados, becas, microbuses y -para la selva- embarcaciones de transporte escolar.

Si queremos realmente dar prioridad a la educación, no debe olvidarse el objetivo de acceso universal a la educación secundaria ni escatimar esfuerzos e imaginación para lograrlo. La modesta bicicleta es una alternativa.

TLC: PODRIAN PATENTAR NUESTRAS PLANTAS

Se han cerrado las negociaciones del mal llamado Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, y no contamos aún con información fidedigna al respecto. Pero con los "resúmenes" que el Mincetur ha publicado en su hoja web, ya sabemos a ciencia cierta que en cuanto a la riqueza de nuestra biodiversidad, este mal TLC negociado por el toledismo sería contrario a los intereses nacionales.

El TLC gobiernista permitiría que las plantas puedan ser patentadas, algo que actualmente no es parte de las normas internacionales de comercio establecidas por la OMC. Con esta regla, el día de mañana cualquier trasnacional podrá venir a nuestro país, observar el uso que las comunidades nativas dan a las plantas, desarrollar sobre esa base modificaciones genéticas y patentar tales plantas. A partir de ese momento, nadie podrá sembrar o aprovechar las plantas patentadas sin pagarle regalías a la empresa trasnacional. Aunque a la base de esa patente está el conocimiento que durante milenios han acumulado los peruanos y aunque esa planta es parte de la biodiversidad que existe en nuestro territorio, la trasnacional no estará obligada a compartir sus ganancias con las comunidades nativas o con el estado peruano.

Junto a esta disposición, el TLC peruposiblista incluye declaraciones muy bonitas que hablan de un aprovechamiento equitativo de esos recursos genéticos…pero sin que haya ninguna disposición específica para que ello se haga realidad. Se trata de una declaración "para las tribunas", sin reglas para su cumplimiento y que ni siquiera establece qué es "equitativo" (para Bush y las trasnacionales farmacéuticas, seguramente lo equitativo es 99,9% para ellos, 0,1% para el Perú). Al lado de estas bellas pero intrascendentes declaraciones, está la realidad incontrovertible: con el TLC las trasnacionales podrán patentar plantas, usar nuestro conocimiento tradicional y no pagarnos nada por ello.

Por cierto, en cuanto al aprovechamiento de la biodiversidad genética y de nuestro conocimiento tradicional, este gobierno no ha hecho absolutamente nada. No ha habido apoyo alguno para organizar, dar sustento científico o aprovechar los conocimientos que las culturas originarias y las comunidades nativas tienen sobre plantas medicinales. Al respecto, además del esfuerzo nacional, es necesario un trabajo conjunto con países amazónicos como Brasil, que tiene centros científicos de alto nivel. La agenda pendiente es tanto interna como externa y debe abordarse de manera perentoria.

¿Podemos hacer algo frente a este mal TLC? Se han cerrado las negociaciones, pero el Tratado solo entrará en vigencia cuando haya sido aprobado por ambos congresos, de Estados Unidos y del Perú. Todavía debemos decidir, como país, si queremos o no este TLC. ¿Cree usted, amigo lector, que una decisión tan importante como la de aprobar o no este TLC deba ser tomada por este Congreso? Desde nuestro punto de vista, debe publicarse de inmediato el texto del tratado y abrirse un debate nacional en el que todos los candidatos deben manifestar su posición. Luego de ello, todos los peruanos deberíamos decidir mediante un referéndum si este Tratado nos conviene o si mejor replanteamos las relaciones con los EEUU dentro de una nueva estrategia comercial internacional. Una amplia coalición está recolectando firmas para respaldar esta propuesta. Esperamos tu apoyo.

TLC: UN FRENO A UNA POLÍTICA CULTURAL

¿Qué tiene que ven un Tratado de Libre Comercio con la política cultural peruana? Pareciera que nada. Pero lo cierto es que uno de los puntos más álgidos en varios tratados comerciales internacionales han sido precisamente los referidos a las llamadas “industrias culturales”, y eso sucede también en el TLC que se está negociando con los Estados Unidos.

Muchos países tienen políticas orientadas a promover su propia cultura. Pon un lado, la cultura es en sí misma un elemento esencial del desarrollo. Por otro lado, no se puede pensar en tener la cohesión social necesaria para una gobernabilidad democrática, si no hay niveles mínimos de identidad nacional, que es precisamente lo que una política cultural quiere desarrollar.

Este es un de los grandes problemas del Perú actual: el haber dado la espalda y despreciado su cultura milenaria. Casi no existe política cultural del estado peruano, y el escaso desarrollo del teatro, el cine, la música y la literatura nacional se deben al esfuerzo realizado por miles de peruanos a quienes el estado no da caso ningún apoyo.

Muchos países tienen, como parte de su política cultural, medidas específicas de promoción de esas “industrias culturales”. Acabo de ver en el cine “Matrimonio de Romeo y Julieta”, una divertida película brasileña, hecha posible gracias al apoyo de su Estado. Así como en Brasil, en muchos otros países un porcentaje del espacio de los cines, la televisión y la radio está reservado a los productos nacionales, permitiendo así que tengan un mercado asegurado y asegurando que los ciudadanos vean reflejados sus problemas y sentimientos en estos medios de alcance masivo. Los Estados Unidos quieren en el TLC, reducir al mínimo las posibilidades de que tengamos esas medidas básicas para la promoción de nuestras industrias culturales, porque quieren que las películas de Hollywood y los enlatados dominen sin limitaciones.

Consecuentes con su estrategia “sí o sí” frente al TLC, los negociadores toledistas están aceptando condiciones que impedirán que en el futuro tengamos una política cultural digna de tal nombre. Otra raya más al tigre.