Sunday, June 12, 2005

Aeropuerto sin cerebro

Viajo al exterior, comparo el aeropuerto de Lima-Callao y los que hay en otros países, y tres cosas me llaman la atención.

La primera es el comportamiento de los peruanos. Uno llega a una ciudad extranjera, y a lo más hay una o dos docenas de personas esperando pasajeros a la salida; la gente llega sola y sola va a su casa o trabajo. Uno sale del aeropuerto de Lima y hay centenares de personas conformando una multitud apachurrante. Llegamos para estar acompañados desde el momento en que se puede. Yo prefiero nuestra costumbre: qué lindo es llegar y ser recibido por la familia. Cuando he estado lejos una semana o más, me produce una profunda alegría; y recuerdo con tristeza que hace casi 25 años cuando viajé en circunstancias difíciles, por accidente mis grandes amores no llegaron a tiempo al aeropuerto. Ojalá el aeropuerto de Lima renovado acomode a las multitudes que nos dan la bienvenida.

La segunda es que ahora nuestro aeropuerto tiene “mangas”, esos corredores móviles para subir o bajar del avión. Las mangas existen desde hace varias décadas en otras latitudes, y recién las tenemos en Lima. Pero hay una razón por la que las mangas son tan importantes en la mayoría de las ciudades del mundo: el clima. Prácticamente no hay ciudad importante del mundo en la que no llueva con cierta frecuencia, a veces torrencialmente. En muchas otras ciudades, hay varios meses del año en los que hace un frío endemoniado, a veces con nieve o granizo. En otros lugares, el calor es atroz. Todo ello hace muy incómodo para los pasajeros trasladarse del avión al aeropuerto caminando al aire libre. Pero nada de eso existe en Lima, donde no llueve nunca y la temperatura nunca baja de 10 grados centígrados. Así que ¿para qué gastar algunos millones de dólares en mangas? Costo que, por cierto, terminamos pagando todos los viajantes mediante la tasa aeroportuaria, ese impronunciable TUUA que pagamos cada vez que subimos a un avión.

La tercera es el costo del TUUA, que en el Perú está establecida en dólares y con unas fracciones absurdas (hoy, en 28 dólares con 24 centavos). ¿Porqué ese costo en dólares, incluso si viajamos dentro del Perú? En algunos otros países hay una tarifa aeroportuaria, no en muchos; pero donde la hay, es en moneda nacional y no incluye centavos.

El tener mangas poco útiles es producto de copiar un diseño arquitectónico extranjero sin pensar como se adapta a nuestra realidad. Este es uno de los grandes problemas nacionales: aplicar tecnologías extranjeras sin ninguna adecuación a nuestra realidad, limitando el potencial que esas tecnologías tienen para mejorar nuestra calidad de vida.

El tener tarifas en dólares es otro producto de importar tecnologías extranjeras sin pensar demasiado; en este caso, se trata de métodos económicos. Una década atrás el FMI pensaba que la dolarización era buena, y claro, aquí se le promovió absurdamente. A quienes criticábamos en esa época, no se nos hizo caso. Hoy que el pensamiento internacional ha cambiado, el FMI promueve la des-dolarización. Pero la lentitud de la burocracia aún no cambia el TUUA.

Pensar con cabeza propia y con los pies en nuestra propia tierra es indispensable para el desarrollo nacional y también para el desarrollo personal. Por eso apenas encuentro a uno de mis alumnos copiando, recibe un cero bien redondo y una fuerte sanción.

El robo de Kouri

Gracias a un cuestionable arreglo suscrito por Alex Kouri, se acerca el cobro por peaje en la avenida Faucett tras haberle dado apenas una repasada de asfalto. Para el acalde del Callao, esto basta para cobrar peaje a varios miles de vehículos que utilizan esta pista. ¿Qué viene después? ¿Pensará Alex Kouri hacer lo mismo en La Marina, la Argentina y la Colonial?

Cuando funcione el peaje Alex Kouri no habrá logrado una solución, sino creado un problema. Largas colas se formarán, sobretodo en las horas pico, cuando todos estamos apurados para llegar a nuestro trabajo o nuestros estudios. Nuestro viaje será aún más demorado, porque hasta la fecha la pomposamente llamada “vía expresa del Callao” no es nada por el estilo: solamente están construyendo un by-pass. A miles de peruanos nos van a cobrar por hacernos la vida más difícil.

La avenida Faucett es una vía fundamental del tránsito urbano y nacional: es el camino al aeropuerto y para muchos distritos es la conexión hacia la Panamericana norte y Los Olivos. Una avenida que en realidad sirve a toda la ciudad de Lima metropolitana, porque ya desde hace varios años Lima y Callao son una sola ciudad. Un avenida que sirve incluso a muchos más peruanos por la conexión vial con el norte, pero de la cual se quiere aprovechar el alcalde chalaco.

¿Porqué cobrar peaje por un by-pass, cuando en Lima-Callao hay tantos? Incluso tenemos dos vías expresas en Lima que no cobran nada. El cobro no es por falta de recursos, ya que el Callao es un municipio provincial con muchas rentas gracias al llamado “canon aduanero”. Hace pocos años se hizo un formidable pase vial en el óvalo del Callao. Hacer esta misma obra con recursos públicos es perfectamente factible y lógico.

Tal vez el cobro se deba a que este es un gran negocio para la empresa concesionaria, que se va a embolsicar ese peaje que pagaremos miles todos los días. ¿Cuánto serán sus ingresos anuales? Sin duda, varias decenas de millones de soles. No hay que ser ningún genio para darse cuenta de eso, como sin duda lo supo y calculó Alex Kouri cuando aprobó esa concesión y negoció con la empresa el contrato respectivo. La duda es si ese conocimiento se está usando a favor del bien público o de algunos bolsillos.

Pero por favor, no sean mal pensados. El título del artículo se refiere a Alberto Kouri, el hermano del alcalde del Callao a quien todos vimos recibiendo quince mil dólares del erario público, billete tras billete, de manos de Vladimiro Montesinos.

Qué indignante este robo, no?

URGENTE: INYECCIÓN INTRAVENOSA DE FE

El espíritu nacional registra una enorme desconfianza hacia todo lo que esté más allá del ámbito del individuo y la familia. Nunca ha sido tan fuerte como ahora un ánimo disolvente y ácidamente critico a todo lo público y colectivo. Por ello, no sólo el presidente tiene un bajísimo rating de aprobación: también el poder judicial, el congreso, los gobiernos regionales, los sindicatos, las empresas, los medios de comunicación y hasta un otro cualquiera. Nadie confía en nadie.

Los movimientos gremiales no piensan más que en sus propias demandas, los grandes empresarios siguen queriendo mayores ganancias sin ninguna conciencia de país, los medios de prensa no vislumbran más allá de sus ventas del día siguiente, los congresistas están concentrados en la loca idea de ser reelectos y los partidos políticos están hiperfragmentados. Cuando esporádicamente hay movimientos sociales, su nivel de irracionalidad es elevadísimo: la desconfianza en el otro - y también la desconfianza en el propio movimiento - hace que la gente quiera TODO YA. Disculpen aquellos afectados por una generalización injusta; considérense excepciones que no hacen sino confirmar la regla.

Dado el desastre en que se ha convertido el manejo del destino colectivo de nuestro país - algo que también podemos llamar “política” - parece racional y lógico alejarse lo más posible de ese ambiente. Esta actitud puede ser muy racional individualmente, pero es totalmente irracional colectivamente. ¿Acaso no parecemos un bando de lemmings (roedores árticos) dirigiéndose al suicidio en masa, felices porque vamos todos juntos? ¿No son suficientes los espejos de Ecuador y Bolivia para reconocer adónde estamos yendo? ¿Enterrar la cabeza en el sueldo salva a los avestruces?

Es esta contradicción entre la razón individual y la colectiva lo que hace que para participar en política hay que tener una dosis de razón y una dosis de fé. La dosis de razón nos dice que si queremos que mejore nuestro país y el mundo, es necesaria una acción colectiva consciente que es, precisamente, de lo que trata la (buena) política. La dosis de fe nos permite creer que eso es posible a pesar de que la mayoría actúa al revés, dedicándose solo a lo suyo sin importarle el resto, incluyendo a muchos de los dirigentes políticos que se supone deberían actuar al revés.

En el Perú de hoy, para insistir en lo realmente razonable marchando a contracorriente del espíritu prevaleciente, necesitamos una dosis extra de fe. Si esta fe se consiguiera en alguna farmacia, pediría ahora mismo una dosis triple inyectada directamente a la vena. A falta de ella, sólo cabe recordar que esta fe es el único camino distinto al desastre o al exilio. Y contagiarnos un optimismo basado en ver a tantos peruanos y peruanas que, orientados por la sensatez y la fe, buscan un nuevo camino para nuestro país.

Esto es lo que debe exigirse a los dirigentes de nuestro país, ya sean estos políticos, sociales, culturales o económicos: que se pongan a la altura de la necesidad urgente que tenemos de volver a creer. Esto es lo que pedimos, también, a nuestros conciudadan@s, amig@s y familiares: no basta con quejarse de la política, hay que participar en ella. Hay que dar la batalla por la reconquista de la fe.

www.rioabiertoperu.org

Capitales y fronteras

¿Da lo mismo el capital nacional que el capital extranjero? En los países desarrollados, como Estados Unidos, Japón o Inglaterra, y en países que han avanzado más recientemente en ese camino, como Corea, Chile o España, la relación entre capital, estado y nación es múltiple y estrecha. Las empresas de esos países tienen un importante apoyo de sus Estados, que les buscan mercados en el exterior y defienden sus inversiones allende los mares. Esas empresas, a pesar de que son trasnacionales en su organización productiva y económica, mantienen una base de directivos y trabajadores principalmente de su país de origen, y tienen una participación importante en la educación, la cultura y el desarrollo social de su país. El avance tecnológico, que permite el liderazgo empresarial y también sustenta la fuerza política y militar de los países, es producido por una acción conjunta entre empresas, universidades y centros de investigación apoyados por el estado.

Es verdad que en todos esos países hay también empresas extranjeras operando dentro de sus fronteras, que las empresas trasnacionales contratan gente de diversas nacionalidades y los inversionistas diversifican su cartera incluyendo acciones y bonos del exterior. Pero sí hay una claro sesgo nacional en la actuación de estados y capitales.

Esta acción conjunta entre estados y empresas en pro del desarrollo nacional, como sustenta Dani Rodrik - profesor de economía de Harvard - en su reciente texto sobre políticas industriales para el siglo XXI, no depende solamente de buenas leyes. Depende de una interacción sostenida de aprendizaje mutuo, interacción que se facilita cuando gobernantes y empresarios viven en el mismo país, tienen la misma cultura y hablan el mismo idioma. Para ello, es necesario que el estado actúe pensando en el largo plazo, promoviendo el desarrollo de los negocios pero resguardando al mismo tiempo el interés nacional. Hace falta también que los empresarios comprendan que su interés por el lucro se verá mejor servido, en el largo plazo, si va de la mano con el desarrollo nacional. Los empresarios deben entender que ganancias desmesuradas a costa de la destrucción del medio ambiente, de profundizar las brechas sociales o de socavar el estado nacional, no son el camino para lograr una vida buena para sus familias y descendientes.

Ni el estado peruano ni la mayoría de nuestros empresarios cumplen esos requisitos. Las empresas peruanas tienen más directivos y gerentes peruanos que las trasnacionales, pero su rol social y educativo es pobre y su acción política se dirige sobretodo a promover sus propios intereses. ¿Cuántos empresarios peruanos hemos tenido que hayan opinado sobre la seguridad nacional? ¿Cuántos se han tomado en serio la educación o el cuidado del medio ambiente? ¿Cuántos prefieren integrarse al país que al exterior? A veces parece que, en nuestro Perú, fuera verdad que el capital no tiene patria. A veces parece, también, que nuestros gobernantes tampoco tuvieran patria.

Uno de los grandes retos del desarrollo nacional, es promover un nacionalismo desarrollista. Necesitamos para ello empresarios que trabajen más por el desarrollo nacional y un estado que premie y favorezca a quienes así lo hagan.

Carta Soñada - Tratado de Libre circulación

CARTA SOÑADA

Señor
George W. Bush
Presidente de los Estados Unidos de América

De mi consideración:

Le dirijo la presente para proponerle la suscripción, entre el Perú y los Estados Unidos, de un Tratado de Libre Circulación de personas.

No escapará a su atención lo absurdo que sería que se permita que entre los Estados Unidos y el Perú circulen libremente otros seres vivos, como peces ornamentales de la amazonía, mariposas, caballos o alpacas, incluso cabello humano – que es considerado como un bien más en el comercio internacional – y no puedan circular personas. Poner a las personas en peor condición que las plantas o los animales sería especialmente degradante de nuestra condición humana.

Para un fluido comercio de bienes es muy importante que las personas puedan circular libremente, porque para vender muchas veces es necesario un contacto directo entre comprador y vendedor. Mientras los EEUU niegan visas – luego de cobrar 200 dólares – a miles de peruanos, nosotros practicamos una política de puertas abiertas a los norteamericanos. Esto les da facilidades para vender sus productos en el Perú, mientras muchos peruanos se ven imposibilitados de hacer lo mismo en los EEUU, lo que agrava la desigualdad en las relaciones comerciales entre nuestros países.

Tampoco escapará a su entendimiento que parte del comercio internacional es el comercio de servicios. Muchos de los servicios que nosotros podemos ofrecer competitivamente en los EEUU son de carácter personal, como los que prestan gasfiteros, electricistas, mecánicos, choferes, enfermeras, maestros, secretarias, carpinteros y muchos otros, los que no deben excluidos del libre comercio entre nuestros países. Servicios que, por cierto, podríamos ofrecer a precios mucho más bajos a los prevalecientes, con el consiguiente beneficio para los consumidores norteamericanos. Para poder ofrecer estos servicios, los peruanos necesitan poder ingresar libremente a su país.

Dado que su gobierno profesa una orientación neoliberal, que considera que debe permitirse que los mercados funcionen libremente, resulta incoherente que esta promoción del libre mercado se limite a libre circulación de los bienes y de los capitales, y no considere también la libre circulación de la fuerza de trabajo.

Debido que en la actualidad un millón de peruanos reside en los Estados Unidos, la mayor parte de los cuales está o ha estado en el pasado en condición de ilegal, y considerando la voluntad de muchos otros peruanos, considero que este tema es de fundamental importancia para nuestro país, por lo que la libre circulación de personas debe ser priorizada en las negociaciones actualmente en marcha entre nuestros países.

Atentamente,

¿GASTO SOCIALEXCESIVO? NI HABLAR

Aunque pocos lectores puedan creerlo, hay quienes plantean que el gasto social en el Perú es excesivo. Su argumento es que como en el Perú la pobreza no ha disminuido, los niños aprenden muy poco y la salud de las personas está bastante mal, eso demuestra que el gasto social es un desperdicio y por lo tanto debe reducirse. El gasto ineficiente debe recortarse, dicen ellos.

Este razonamiento lógico puede voltearse con mucha facilidad. Porque precisamente una de las grandes razones por las que la salud y la educación están muy mal, es porque se gasta muy poco en ellas. Mi mujer repite un dicho de su madre: “lo barato cuesta caro”, y cualquiera que haya comprado un DVD bamba que le sale fallado, sabe de lo que estoy hablando. ¿No es acaso obvio que una causa importante de los problemas de los hospitales públicos es la falta de presupuesto para mantener y actualizar sus equipos, mejorar sus instalaciones y tener buen abastecimiento de insumos y medicinas?

A favor de esta interpretación, está la comparación que puede hacerse respecto de otros países vecinos. Por ejemplo, Perú gasta menos del 8 % de su PBI en gasto social; Chile gasta 16%, Costa Rica 18%, Brasil 19%., Argentina 22%. Somos uno de los países latinoamericanos cuyo gasto social, en relación a los recursos disponibles, es menor. ¿Cómo entonces podemos pensar que el gasto social es excesivo?

La verdad es, por cierto, algo más compleja que decir simplemente que en el Perú la educación y la salud están mal porque tienen poca plata. Parece también que en el área social – como en muchas otras – la eficiencia del estado peruano deja mucho que desear. Entre la corrupción, el clientelismo, la alta rotación de funcionarios y la burocracia, los recursos se van sin que se obtenga de ellos todo lo que podríamos sacar. También debería reconocerse que, con sus limitaciones, organismos como Foncodes o programas como A Trabajar han funcionado razonablemente bien. Hablando de eficiencia, pueden encontrarse programas sociales aceptables y también algunos desastrosos.

Pero mejorar la eficiencia en muchos casos demanda más recursos. ¿De qué sirve tener médicos o enfermeras si no tienen los instrumentos para atender adecuadamente a los pacientes? ¿Cuánto puede enseñar un maestro sin pizarra, sin libros, sin carpetas? La solución para hacer más eficiente la educación o la salud no es reducir los sueldos de los maestros o los médicos ni gastar menos en medicinas y textos escolares. La solución tampoco consiste, por cierto, en sólo aumentar sueldos, y mucho menos en aumentar sueldos a costa de los otros gastos que son muy necesarios. La solución pasa por mejorar la dedicación y desempeño de estos profesionales, así como asegurarse que haya medicinas, equipos y textos escolares, mejorar la infraestructura y ampliar el servicio donde no existe. Y para todo eso, hace falta más presupuesto y también mejor gestión.

La idea de que el gasto social es excesivo solo cabe en quienes creen en un estado mínimo en extremo, en un estado tan mínimo que ni siquiera otorgue salud, educación y protección social adecuada a sus habitantes. La idea de reducir el gasto social no tiene sustento lógico en el Perú, y solo puede apoyarse en una ideología ultraliberal a ultranza.

Casi Ciegos

Los seres humanos tienen cerca de 2 millones de años de existencia, y la civilización, unos 10 mil años de antigüedad. Eso ya es, por cierto, una ínfima parte del tiempo que ha transcurrido desde que existe lo que podemos llamar la vida en la tierra, que tiene más de 2 mil millones de años.

Mientras tanto, nuestra capacidad de prever con alguna aproximación los eventos futuros para la humanidad es de menos de 20 años. Incluso proyecciones económicas, políticas y sociales de mucho menor plazo suelen apartarse sustantivamente de lo que termina sucediendo. Meses antes de la caída de la Unión Soviética, la CIA pensaba que estaba muy sólida; y el actual alza del precio del petróleo no fue prevista por la mayoría de analistas ni por los mercados. Pero veinte años son apenas la quinta parte del uno por ciento del tiempo durante el que ha existido civilización humana y un cienmilésimo del tiempo que los seres humanos habitan el planeta. Así, veinte años, que para cualquiera de nosotros es, vaya, casi toda una vida, en tiempos históricos es una nimiedad.

Consideremos, además, que muchos de los procesos que afectan tremendamente nuestras vidas tienen largos periodos de incubación. El primer caso de VIH / SIDA parece haberse registrado en 1959, mientras que nos percatamos de la enfermedad 20 años después. La temperatura del planeta parece estarse calentando desde alrededor de un siglo, pero todavía hace una década el fenómeno no tenía el amplio consenso científico que tiene hoy. La obesidad es hoy ya claramente una epidemia, sobretodo en los Estados Unidos pero también en el Perú, y es probable que los hábitos de comida y vida promovidos en los últimos 40 años han jugado un rol destacado en desatarla.

Como humanidad estamos, pues, casi ciegos. Nuestra capacidad de mirar hacia delante es absolutamente limitada, incluso en relación a procesos que se están desarrollando ahora mismo, bajo nuestras narices, sin que nadie o casi nadie se haya percatado de su existencia e importancia.

A pesar de nuestra extrema miopía, la humanidad en los últimos cien años se ha puesto a correr. Multiplicamos ciudades, edificios y automóviles. La producción crece aceleradamente utilizando recursos y descargando tóxicos. Inventamos nuevos productos y transformaciones sin cesar, muchos de los cuales no tenemos idea del efecto futuro que puedan tener, como la clonación o los alimentos genéticamente modificados. Descargamos al medio ambiente cantidades de gases que producen el calentamiento global; y esa emisión a nivel mundial no está disminuyendo. Somos 7 mil millones, pero dentro de 40 años seremos tal vez el doble, tal vez más.

¿Quién ha visto a una persona casi ciega correr? ¿No es razonable que quien puede mirar muy poco hacia delante, vaya con mucho cuidado y avanzando despacio? A pesar de ello, para muchos analistas y medios lo mejor para la economía mundial es crecer más rápido. Vamos rápidos y furiosos, más rápidos y más furiosos, sin ver que podemos estrellarnos con algún insospechado obstáculo que no podemos ver.

Tal vez sea tiempo de poner más énfasis en calidad que en cantidad. Escoger mejor el mundo en el que queremos vivir. Pensar bien si esta carrera de locos por ser más, tener más y manipular la vida sin límites es realmente el camino a la felicidad.

EL TLC Y LA POBREZA

Limitaciones

Cualquier aproximación a los posibles efectos del TLC tiene que ser en buena parte producto de la imaginación. Dado que desconocemos el contenido del TLC, cualquier intento de aproximación tiene que basarse en los probables o posibles cláusulas principales que tenga.

Pensamos que el TLC afectará la pobreza mediante tres mecanismos principales: (i) su efecto sobre los distintos sectores de la economía, y en particular sobre su crecimiento y sus precios relativos; (ii) su efecto sobre el gasto público y en particular el gasto social; (iii) su efecto sobre los precios de medicamentos y otros productos protegidos por patentes. En ese sentido se orientará nuestro análisis.

Crecimiento, empleo y precios relativos

Esta es sin duda la gran promesa del TLC de acuerdo a sus promotores. Un reciente estudio de Bruno Seminario de la Universidad de Pacífico estima que el TLC podría generar un aumento del empleo de 18 mil personas. Esto solo considera los efectos del comercio (no de temas como propiedad intelectual, compras públicas, inversiones, etc) y asumiendo que las exportaciones agropecuarias (incluyendo las tradicionales como azúcar, café y algodón) aumentan en 10% y las exportaciones manufactureras en 14% por efecto del TLC, y que las importaciones agropecuarias y de manufacturas solo aumentan 5%.

¿Es realista suponer un aumento de las exportaciones agropecuarias de 10% y de manufacturas en 14%? Respecto de las primeras, ya está en cuestión si el TLC tendrá las mismas condiciones del ATDPEA, existiendo un activo lobby de los esparragueros del estado de Washington por modificar esta condición y propuestas presentadas por postergar la desgravación de estos productos. Además, se conoce que los Estados Unidos luego de firmar TLCs, imponen medidas para-arancelarias, supuestamente de carácter fitosanitario, para proteger sus mercados, como lo ha dicho J. Stiglitz. ¿Tendrá el TLC algún mecanismo para evitar esto? Respecto de las manufacturas, la gran mayoría de las exportaciones industriales peruanas a EEUU son textiles; sin embargo, el fin del Acuerdo Multifibras hace que desde el 2005 los productos chinos e indios puedan entrar sin cuotas al mercado de los EEUU, y el FMI estima que debido a ello las exportaciones textiles de Latinoamérica a EEUU se reducirán a la mitad.

Aún partiendo de estos supuestos, en primer lugar debe anotarse que este efecto es producto de la generación de 85 mil empleos como producto de las exportaciones y de la pérdida de 67 mil empleos como producto de las importaciones. Si bien esto da un neto positivo de 18 mil, debe considerarse el hecho de que no son las mismas personas, y que por lo tanto se generará un serio problema social al perder su trabajo 67 mil personas. La necesidad de poner en marcha un programa que facilite la reconversión social de estas familias, con su correspondiente costo, deberá ser considerado en el necesario balance a realizar de beneficios y costos del TLC. El sector de farmacéuticos y químicos perdería unos 812 empleos y el de productos manufactureros diversos 3 131 empleos.

Un segundo aspecto importante es lo poco que estos 18 mil empleos representantes en la dinámica demográfica y de empleo peruana. Si consideramos que la población económicamente activa se incrementa cada año en más de 250 mil personas, un aumento del empleo de 18 mil por única vez no es muy grande.

A esto hay que añadir el tema de qué sectores o grupos empresariales y sociales está involucrados en esta pérdida y creación de empleos, que acompaña el quienes ganan y quienes pierden en términos de sectores. La ganancia de empleos probablemente se de en la gran empresa, dadas las dificultades de las pequeñas empresas para competir y los pocos eslabonamientos aun existentes entre grandes y pequeñas empresas. Por otro lado, probablemente las pérdidas de empleo se den más en las pequeñas empresas, que producen más para el mercado interno y les resulta más difícil competir con importaciones. Esto indica que: 1) posiblemente el efecto del TLC sea hacer “más picuda” la pirámide de tamaño, capital y ganancias por empresas; es decir, la concentración de capital y ganancias en las grandes empresas; 2) implica que el verdadero efecto sobre el empleo sea mayor, ya que los cálculos realizados por B. Seminario usan una metodología (la tabla insumo-producto) que supone homogeneidad de empresas al interior de cada sector, y por lo tanto no considera este efecto.

También es probable que la firma del TLC vaya acompañada de más presiones delos empresarios peruanos por reducir los (ya ínfimos) derechos laborales de los trabajadores, bajo el argumento de los costos que generan.

Un análisis adicional debe realizarse en relación al tema de los precios relativos. El TLC, al permitir un ingreso de alimentos importados subvencionados masivamente por los Estados Unidos sin el pago de aranceles, generará una reducción del precio de los alimentos en el país. Esto tiene como efecto un empobrecimiento masivo de los pequeños productores agropecuarios y campesinos que producen para el mercado interno, que como se sabe se encuentran entre los grupos sociales más pobres del Perú (parte de este efecto se produciría incluso antes con la firma del TLC con el MERCOSUR, que permitirá la importación de carnes, arroz y trigo más barato). Este empobrecimiento no es solamente de quienes compiten directamente con el producto importado; debido a la sustitución del consumo, al abaratarse el trigo y el pan también se afectará negativamente el precio de la papa .

Hay muchos efectos más, bastante inciertos, que vienen con el TLC. Se afirma que podría atraer inversiones, aunque las investigaciones realizadas a nivel mundial sobre el tema no han demostrado que haya un efecto de este estilo, y es mucho menos probable que suceda cuando EEUU ya tiene decenas de TLCs por todas partes del mundo.

En síntesis, una primera aproximación a los posibles efectos del TLC sobre el empleo y los ingresos hace prever que: 1) generará muy pocos empleos; 2) agudizará los problemas de distribución del ingreso.

Medicamentos y salud

Los EEUU buscan que el TLC amplíe la protección de patentes por encima de los acuerdos internacionales del APDIC, que tiene particular importancia en el caso de los medicamentos. Algunos de los mecanismos para ello serían: ampliación del plazo de las patentes de 20 años, patentes de segundo uso, impedir que en caso de emergencia en la salud pública se puedan otorgar licencias obligatorias (permiso de producción nacional sin consentimiento del propietario de la patente) o importación paralela (compra de terceros países sin permiso de patente), compensación por demoras injustificadas en otorgar patentes, establecer que la patente implica automáticamente un permiso de comercialización (registro sanitario).

El problema es que los medicamentos resultan extremadamente caros cuando están protegidos por patentes, limitando el acceso a los mismos. Un estudio del FMI revela que los costos de un tratamiento con 3 antirretrovirales en mayo del 2003 era de US$ 10,439 en la empresa del país desarrollado que la inventó, US$ 2,767 en Brasil y solo de US$ 200 a 350 en empresas de la India (http:// www.imf.org/ external/ pubs/ ft/ fandd/ spa/ 2004/03/ index.htm). La diferencia es enorme: ¡50 veces más ! En los países subdesarrollados, como el nuestro, pagar diez mil dólares es casi un imposible para la enorme mayoría e incluso muy difícil para el estado; pagar doscientos es algo muchísimo más al alcance. El mismo estudio indica que las patentes implican una diferencia de precio en promedio para todos los medicamentos de 25% a 50%.

Esto mismo afecta sustancialmente el tesoro público y la posibilidades de establecer programas de salud pública. El estado peruano apenas está iniciando, con ayuda externa, un programa de atención a las personas viviendo con VIH / SIDA que incluye antirretrovirales. Un estudio hecho para el Ministerio de Salud mostró que la diferencia de costo, para los peruanos, entre usar medicamentos de marca (protegidos por patentes) medicamentos genéricos (no protegidos por patentes) es de US$ 34 millones de dólares anuales. Por ahora, el costo no es tan alto, pues no se atiende sino a una minoría y además hay ayuda externa. Pero debemos atender a todos los que lo necesitan, y la donación obtenida para este fin establece explícitamente que financiará un porcentaje cada vez menor.

Cabe anotar que este efecto se irá dando paulatinamente, dado que la mayor parte de los medicamentos hoy en circulación ya tienen la patente vencida. El cambio de política que implicaría el TLC tendría vigencia solamente para los medicamentos nuevos.

Presupuesto y gasto público

Estimaciones sobre el efecto del TLC sobre la recaudación indican que el fisco podría perder un estimado de US$ 170 millones de dólares anuales, producto de la menor recaudación arancelaria, compensada por los mayores impuestos provenientes de las exportaciones. Este es sin duda un estimado conservador, realizado considerando efectos optimistas sobre la actividad económica. Evidentemente, esta menor recaudación se verá reflejada en menores gastos, y en particular en menor gasto social.

Ese es, sin embargo, sólo un primer efecto. Debido a la mayor competencia a la que estarán sometidas las empresas peruanas, la presión por reducir tributos será mayor, lo que puede generar mayores efectos negativos a futuro.

También debe considerarse la posibilidad de que el TLC impida la fijación de determinadas tasas, como por ejemplo ha sucedido con Chile en el tratamiento a los flujos de capital.

Todas estas medidas afectarán los ingresos fiscales y debido a ello al gasto social, afectando así a los más pobres.

A modo de síntesis

No es seguro que el TLC reduzca la pobreza. Es mas bien probable que incremente la desigualdad, con un divorcio mayor entre unas pocas grandes empresas y un mar de informalidad y pobreza. La necesidad de políticas compensadores para evitar esta situación es evidente, así como parece poco probable que se implementen dada la trayectoria del estado peruano en los últimos años.

EL TLC Y EL DERECHO A LA SALUD

EL TLC Y EL DERECHO A LA SALUD

1. TLC y precio de los medicamentos

El Ministerio de Salud acaba de presentar su estudio sobre el impacto que el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos tendría sobre el precio de las medicinas, y sobre las posibilidades de acceso de los peruanos a ellas. Está publicado en su hoja web, cosa que nunca hizo el MINCETUR dirigido por Alfredo Ferrero.

Según el Ministerio de Salud, con el TLC negociado hasta ahora, el precio de los medicamentos aumentaría 10% el primer año y seguiría subiendo hasta duplicarse en 12 años. Es decir, los remedios costarán el doble. Esto se debe a que este tratado de “libre comercio” protegería las patentes por más de veinte años, otorgando a las empresas trasnacionales que los fabrican un poder monopólico para imponer los precios que quieren.

Como ahora el Ministerio de Salud ha publicado también el estudio que Alfredo Ferrero no se atrevió a publicar, ya sabemos porqué: el análisis encargado por el Mincetur sólo abarca una cuarta parte del mercado de medicamentos y no considera que en los próximos años enfermedades como la diabetes, el cáncer y la depresión aumentarán. A pesar de ello, el negociador Pablo de la Flor ha tenido la raza, por no decir otras palabras más fuertes que usamos cotidianamente, de decir que el estudio del Minsa tiene “debilidades”. Sin embargo, para los medicamentos analizados, el estudio del MINCETUR-Apoyo también encuentra que los precios de las medicinas se duplicarían.

En total, según el MINSA firmar el TLC negociado por el toledismo nos costaría el primer año 34 millones de dólares, cantidad que iría subiendo hasta unos 150 millones de dólares anuales. La mayor parte de este costo saldrá directamente de nuestro bolsillo cada vez que vayamos a la farmacia a comprar un remedio. Lo pagaremos todos los años, porque los precios de las medicinas se elevarán y se quedarán arriba.

Por cierto, esto es sólo parte del efecto. Otras condiciones ya acordados en la Organización Mundial del Comercio por presión de los estados unidos y otros países desarrollados y cuyo efecto aún no se ha sentido en su totalidad, llevarán a un efecto adicional de entre 75 y 130 millones de dólares anuales. De esta manera, lo más probable de acuerdo al estudio del Ministerio de Salud es que el aumento en el precio de las medicinas debido a mayor protección de patentes y ganancias de las trasnacionales que los fabrican es de 200 a 300 millones de dólares CADA AÑO.

De firmarse el TLC, el Ministerio de Salud estima que el estado peruano necesitaría 36 millones de dólares anuales para atender a las personas viviendo con VIH / SIDA, 24 millones de dólares adicionales para las personas con diabetes y 62 millones de dólares más para las personas con hipertensión arterial – y eso sin atender a todos –. ¿Habrá ese dinero, cuando hoy vemos la tremenda insuficiencia del presupuesto de salud?

Por este aumento de precios, entre 700 mil y 900 mil peruanos dejarían de poder comprar las medicinas que necesitan para curarse. Casi un millón de peruanos sin derecho a la salud. ¿Cuántos más morirán por no poder comprar las medicinas que necesitan?

Por cierto, el estudio del Ministerio de Salud sólo ha considerado una de las exigencias de los Estados Unidos, aquella ya aceptada por el gobierno peruano: la protección de los datos de prueba por 3 años. Este es un subterfugio para ampliar las patentes por un período similar. Pero los Estados Unidos no han renunciado a otras pretensiones que encarecerían aún más las medicinas, como las patentes de segundo uso, la compensación por demoras en el otorgamiento de la patente, el otorgamiento automático de registro sanitario (linkage) y la limitación de las salvaguardas por razones de salud pública. Nosotros hemos cedido pero ellos no.

2. TLC, economía y su efecto sobre la salud

Sin embargo, la ministra Pilar Mazzetti ha indicado que el TLC sería beneficioso pues, según dijo, el TLC traería beneficios al país por 3 mil millones de dólares. Es una lástima que la ministra se haya creído los tendenciosos estudios que dicen eso. Para una crítica a los mismos desde el punto de vista de la ciencia económica, puede consultarse “Calculando un TLC favorable al Perú: así cualquiera” en la edición de abril de “Actualidad económica” (www.actualidadeconomica-peru.com, ver ediciones anteriores). Tales cálculos se sustentan en posiciones ideológicas que consideran que la apertura al comercio internacional es siempre buena, posición que ya ha sido criticada en la literatura económica (ver, por ejemplo Dani Rodrik: “Making openness work”).

Lo cierto es que los beneficios del TLC por un mayor acceso externo de nuestras exportaciones no están nada asegurados, dada la feroz competencia china en los textiles y la negativa de los Estados Unidos, hasta el momento, de asegurar la desgravación de productos agrícolas fundamentales como los espárragos. Al mismo tiempo, los EEUU mantienen enormes subsidios a su producción agrícola e insisten en que desmantelemos nuestros mecanismos de protección frente a los mismos. De aceptarse las pretensiones norteamericanas, los precios de productos agrícolas clave como el arroz, el maíz amarillo duro, el algodón, la leche, la cebada y el trigo se reducirán, afectando a su vez a otros productos como la papa, empobreciendo a los 8 millones de peruanos que viven de la agricultura para el mercado interno.

El encarecimiento de los medicamentos, a su vez, tendrá dos efectos sobre la economía. Por un lado, al quitar capacidad de compra a las familias - que deberán destinar una mayor parte de su presupuesto a las medicinas – reducirá el tamaño del mercado interno, afectando a la producción nacional. Para decirlo de otra manera, esos 250 millones de dólares que nos costará el encarecimiento de las medicinas se irán al exterior como importaciones adicionales y serán 250 millones de dólares menos que los peruanos compraremos en ropa, alimentos, educación y transporte, y por lo tanto 250 millones de dólares menos que recibirán las empresas, microempresas y productores de esos bienes y servicios. A su vez, esas empresas deberán reducir el empleo que otorgan, multiplicando el efecto. De esta manera, estamos hablando de un efecto de entre 0,5% y 1% de reducción del PBI debido a ello.

Aún cuando, optimistamente, supongamos que el TLC pude traer un beneficio sobre la economía en su conjunto, es bastante claro que el TLC traerá una mayor desigualdad. La experiencia internacional de los últimos años muestra claramente que ese es el caso. Además, si consideramos que los perdedores serán millones de campesinos pobres y pobladores que verán encarecidas las medicinas, y los ganadores serán empresas exportadoras a quienes será difícil establecer impuestos adicionales porque argumentarán que ello reduce su competitividad internacional. En general hay diversos estudios que encuentran que la desigualdad afecta negativamente el estado de salud, y sabemos también que en el país hay altos niveles de desigualdad de ingresos y de inequidad en salud. De tal manera que, aun con ganancias en el PBI agregado, el TLC genera otros efectos de mayor desigualdad e inequidad negativos cobre la salud pública.

El encarecimiento de las medicinas que traería el TLC, de no ser compensado por políticas públicas que avancen hacia el aseguramiento universal y mejoren el mercado de medicamentos, a su vez afectará el derecho a la salud. Con menos peruanos pudiendo prevenir, cuidar y recuperar su salud, ello tendrá también una repercusión sobre la economía y el crecimiento. No solamente la economía influye sobre la salud; la salud también influye sobre la economía.

Tampoco debe perderse de vista que el TLC incluye mecanismos de protección a las inversiones que afectan las posibilidades de acción del estado en el terreno medio ambiental. En México tras el TLC un municipio suspendió una empresa que contaminaba el medio ambiente y el estado mexicano tuvo que pagar 15 millones de dólares en compensaciones, en un juicio similar al que Luchetti actualmente realiza contra el estado peruano. Estas limitaciones a la acción pública en resguardo del medio ambiente pueden afectar severamente la salud, tal como sucede actualmente con el caso de Doe Run en La Oroya, que incumple sus compromisos medioambientales.

3. ¿Qué hacer?

El TLC con los Estados Unidos no debe firmarse “sí o sí”. Sólo debe firmarse si nos conviene a todos los peruanos, y en especial a los más pobres. Lo negociado hasta el momento no asegura eso.

En el terreno de las patentes, debe afirmarse claramente la prioridad de la salud pública, el derecho a la salud y el derecho a la vida. Para ello, debe negarse toda posibilidad de que se otorgue una mayor protección a las patentes en beneficio de las trasnacionales farmacéuticas. En el caso del sector agropecuario, es indispensable defender los mecanismos de protección frente a un mercado internacional distorsionado por los subsidios norteamericanos: Siguiendo las reglas del libre comercio, el Perú podrá levantar sus franjas de precios y sobretasas, cuando los EEUU eliminen sus subsidios.