IZQUIERDISTAS PRECAVIDOS, DERECHISTAS ARRIESGADOS
Hay un cierto sentido común que, en relación a las políticas macroeconómicas en el Perú, ve a la izquierda como arriesgada y la derecha como conservadora y evitando riesgos. Esto se relaciona con que la izquierda busca cambiar la situación social vigente, y todo cambio entraña riesgos.
A la derecha se le ve, mas bien, como la defensora de no correr riesgos. El conservadurismo es, por esencia, opuesto al cambio y al riesgo. A pesar de ello, sin embargo, la derecha se afilió al neoliberalismo y decretó la libre movilidad de dinero, atrayendo capitales especulativos que, cuando fugaron del país, nos llevaron a la recesión. Mientras se incubaban las causas que luego generarían la recesión, los papeles se invirtieron: desde la izquierda hablábamos de un modelo que “corría sobre canicas” mientras que la derecha defendía el modelo a rajatabla. Ya sabemos hoy como terminó esta historia. Hoy, nuevamente, en varios puntos el debate sobre política económica enfrenta a izquierdistas precavidos con derechistas arriesgados.
Un primer debate es el referido a las inversiones de las AFPs en el exterior. Los izquierdistas que dirigen el BCR consideran que no hay que ampliar de golpe y porrazo las inversiones en el exterior, porque se reducirían las reservas internacionales y aumentaría el riesgo de devaluación traumática e inflación en el caso de un shock externo. Los derechistas opinan que eso no importa: el riesgo les parece irrelevante, a pesar de que en 1998 ya tuvimos un problema de ese tipo que llevó a la economía a dos años de recesión. Para ellos, hay que permitir que las AFPs hagan más inversiones en el exterior aunque ello pueda aumentar la inestabilidad del tipo de cambio y hacernos más vulnerables ante shocks externos.
Otro debate es el referido a la dolarización. Para la izquierda, desde la década pasada la dolarización se ha considerado un riesgo y en los últimos años hay un esfuerzo desde el Banco Central por reducir la dolarización. Hasta hace pocos años la derecha defendía ardorosamente la dolarización; pero ya quedan pocos con este punto de vista, sin duda bajo la influencia del FMI que se cambió hacia el bando de los anti-dolarizadores. Aun así, cuando el banco central ha planteado medidas para reducir la dolarización, como la obligación de poner precios en soles o la reducción de la remuneración al encaje en moneda extranjera, algunos de estos sectores salen a protestar.
El tercer debate se refiere al riesgo de un conflicto social agudo. Desde la izquierda, este riesgo es importante y conjurarlo demanda que el estado tome medidas redistributivas fuertes, haciendo que la riqueza generada llegue hasta los más pobres. La derecha tiende a minimizar este riesgo, o a lo más a pensar que se puede controlar solo con policía y gestos políticos, no con políticas sociales efectivas. Prefieren tomar riesgos que repartir un poco de la riqueza.
Buena parte del cambio en la ubicación de la izquierda y la derecha frente al riesgo se debe a las distintas apreciaciones de las fuentes de riesgo. Una fuente de riesgo es una política que aumente irresponsablemente el déficit fiscal, nos endeude excesivamente y provoque una crisis. Ese riesgo, que antes podía identificarse con la izquierda, a partir de la hiperinflación es aceptado por todos y, por lo tanto, una política fiscal prudente es un consenso en todos los sectores. La gran diferencia entre izquierda y derecha es si el déficit fiscal se mantiene bajo aumentando la recaudación y el gasto (posición de izquierda) o reduciéndolas (postura de derecha). Por cierto, sólo la primera posición es consistente con reducir el riesgo del conflicto social.
Otros dos grandes riesgos provienen del capital extranjero y del sector financiero. Esos son los riesgos que la derecha nunca quiere ver, confiando siempre al extremo en los capitales externos y en la banca. Esos son los riesgos que en la década de los 90s se ampliaron en todo el mundo, y que con la (mala) experiencia hasta el FMI empieza a ver. Para estos riesgos, la izquierda ha estado naturalmente adaptada para estar prevenida: no somos partidarios de un modelo dependiente del exterior, ni la banca y el capital financiero nos han atraído demasiado. La derecha, en cambio, tanto por visiones ideológicas como por nexos personales con estos sectores, prefiere que no se tomen medidas que restrinjan sus movimientos, aún cuando ello sea necesario para asegurar la estabilidad macroeconómica.
¿Cuán importante es, para el país, la estabilidad macroeconómica? Aunque los últimos 5 años hayan sido buenos en este sentido, no debemos olvidar que la historia económica del Perú está llena de crisis, en su gran mayoría generadas por cambios internacionales frente a los que estábamos muy expuestos y no teníamos los recursos ni las ideas para enfrentarlos adecuadamente. Otras crisis se explican por el conflicto social producto de la desigualdad. Crisis que explican mucho de nuestro atraso y subdesarrollo.
Desde una izquierda que cambia, bienvenida la precaución y el resguardo de la estabilidad macroeconómica y social. La derecha haría bien en recordar esos viejos valores.
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